En días pasados, en nuestro Núcleo Universitario, tuvimos la oportunidad de asistir a las “II Jornadas de Investigación y Postgrado” con el lema: “Investigamos o Erramos”. Diversas y muy variadas fueron las disertaciones presentadas en el marco de las mismas, todas ellas con lógicas y epistemologías diversas.
Debo confesar que, luego de escuchar algunas de esas disertaciones, he quedado muy preocupado, por el contenido de las mismas, por los resultados y conclusiones presentadas.
La tradicional practica docente y de evaluación de los aprendizajes, sobre la cual tendríamos que reflexionar cada uno y determinar si nos seguimos acogiendo a su lógica tecnicista, que comúnmente aplica métodos y estrategias, la mayor de las veces, desde una perspectiva desclasada de la realidad socio histórica y motivacional de nuestros participantes, resultando poco pertinente y llevándonos a asumir juicios apriorísticos sobre la "calidad" de nuestros estudiantes, restándole valor a su verdadero potencial.
Sentenciamos, sin derecho a defensa, a nuestros “participantes” como responsables de su propio fracaso académico, junto a “algunos facilitadores” que no dan pié con bola, en el desarrollo de estrategias de aprendizaje de excelencia y calidad, por desconocimiento o por falta de compromiso.
Uno de los estudios presentados en las Jornadas concluía en el bajo rendimiento de nuestros participantes , en lo que respecta a la lectura y la escritura. Se señalaron como posibles causas, el desinterés de estudiantes y facilitadores en estas áreas, carencia de hábitos de lectura, deficiencia en estrategias reforzadoras del aprendizaje, entre otras. Lo dicho anteriormente lo contrasto, a modo de reflexión, con la realidad apreciada hoy, durante mi clase de Filosofía de la Educación, en la cual afloraron algunos elementos que pudieran darnos pistas sobre las razones o causas del desinterés, bajo rendimiento y abulia por parte de nuestros estudiantes hacia ciertas áreas del saber, los cuales paso a detallar.
Para hoy, mis participantes tenían asignada una actividad de evaluación, consistente en la exposición de temas relacionados con antropología de la educación, teleología o fines de la educación y los valores en la educación. Vinieron preparados para presentarse, en realidad, uno mejor que otro. Los resultados obtenidos fueron muy deficientes. Esta situación hizo que dedicara un tiempo a conversar con los muchachos sobre sus motivaciones para estar y continuar adelante con el estudio de su carrera. Me quedé sorprendido por las reflexiones que cada uno hizo.
Los tres estudiantes residen en municipios distintos al Capital, de difícil acceso y con situaciones socioeconómicas de poca holgura. Uno de ellos me expresaba que, para llegar hasta la Universidad, sus padres debían hacer gran sacrificio, por costearle los pasajes y la alimentación, aparte de eso, él debía trabajar la tierra para poder “aliviar” a su padre en las tareas diarias del campo, lo que generaría algún dinero extra para poder pagarse, en parte, los estudios. Adicionaba que, en su caserío no hay conexión a internet ni bibliotecas con textos relacionados a las áreas de estudio de su carrera y mucho menos poseía un computador en casa. Terminó diciendo: “no sé qué hago aquí profe, a veces me provoca no continuar. Mi deseo es ser músico, cantante, se gana más y más rápido, pero mis limitaciones económicas no me permitieron ingresar a un Instituto de Música en Valencia, y la economía de mi casa y mis aptitudes solo dan para estudiar esta carrera (Educación, mención Agropecuaria)”.
Lo antes dicho, causó en mí un profundo pesar, algo indescriptible, lo confieso, al ver cómo el proyecto de vida que nuestros muchachos “quieren” para si, no siempre se corresponde con aquel que “pueden” llegar a realizar.
Es por esto que, a la variable de la investigación sobre la calidad de la lectura y escritura de los participantes de la UNESR, considero, a la luz de esta reflexión, debe sumarse aquella relacionada con la Motivación que anima a nuestros estudiantes para permanecer y afrontar sus trabajos académicos.
Cabría hacernos la pregunta, ¿Cuál es la motivación que impulsa a nuestros participantes a llevar adelantes sus estudios: la Motivación por Supervivencia o la Motivación por Superación y Excelencia?
Podría asimilar la posición de mi estudiante, antes descrita, con la motivación por supervivencia, que es aquella que les hace optar por una carrera, mención o especialidad con la visión puesta en resolver un problema “inmanente”, vinculado con la simple remuneración, ascenso social o estabilidad económica, lo cual niega la trascendencia que debería comportar el desempeño de una profesión tan delicada como la docencia.
Lejos de ser pesimista, debo reconocer que, cada vez son más lo que acuden a nuestra Universidad con este tipo de motivación y esto nos debe hacer reflexionar para idear metodologías que permitan orientar de manera eficaz el aprendizaje, y que podamos ayudar a nuestros estudiantes a descubrir una finalidad, con mayor sentido, ya que su profesión les servirá como instrumento de trabajo para la redención de la pobreza y su superación de modo personal y colectivo.
Quizás, entonces, más que señalar lo poco buenos que son nuestros participantes, debamos trabajar por hacerlos cada vez mejores. No con acciones asistencialistas, eventuales o puntuales que poco o nada resuelven, sino con una metodología, contenidos, herramientas y motivación sistemáticas y transversales a toda la carrera y sus cursos.
Educar desde la Pobreza, en nuestro contexto y para nuestra realidad, precisa de un nuevo ardor por parte de los docentes y de nuevos métodos, producto de la investigación y del análisis de nuestra realidad socio histórica, con una visión prospectiva, para la promoción y ascención social de la Persona Humana en su Ser con los demás. Así cobraría sentido real y práctico el lema de estas jornadas: "Investigamos o Erramos". Este es nuestro reto.
Educar desde la Pobreza, en nuestro contexto y para nuestra realidad, precisa de un nuevo ardor por parte de los docentes y de nuevos métodos, producto de la investigación y del análisis de nuestra realidad socio histórica, con una visión prospectiva, para la promoción y ascención social de la Persona Humana en su Ser con los demás. Así cobraría sentido real y práctico el lema de estas jornadas: "Investigamos o Erramos". Este es nuestro reto.
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